Este documento que os presentamos fue redactado en su día, hace casi cinco años, para los III Encuentros de Técnicos de Juventud que organizaba el Instituto de la Juventud de la Región de Murcia. Es largo, lo sabemos, pero también un interesante documento que puede generar el debate entre los lectores del blog. También nos permite ver si hemos avanzado algo o no desde entonces.
De vez en cuando es bueno mirar hacia atrás y ver qué pensábamos y qué hemos hecho. A aquellos que no asistieran a aquel encuentro os lo recomendamos, a los que estuvisteis allí puede que sea el momento de recordar.
III Jornadas sobre participación social de los jóvenes para técnicos de juventud
DOCUMENTO PARA EL DEBATE ENTRE LOS TÉCNICOS PARTICIPANTES
Este documento ha sido elaborado por los servicios técnicos de participación juvenil del Instituto de la Juventud de la Región de Murcia. Tiene como único objetivo propiciar el debate sobre algunas materias que puedan ser de interés para los asistentes a estas jornadas. Los contenidos del mismo, más las aportaciones que entre todos podamos hacer durante el debate, ha de propiciar un intercambio de ideas que pueda hacernos reflexionar sobre nuestra labor como técnicos de juventud. No se trata de ninguna declaración institucional del Instituto, sólo es una sencilla herramienta de trabajo.
¿Qué entendemos por participación?
En primer lugar, nos gustaría enmarcar el tema que nos ocupa intentando definir qué entendemos por participación en general y, en particular, por participación social, ambas referidas naturalmente al ámbito del trabajo juvenil.
A lo largo de estos últimos años en el Instituto de la Juventud de la Región de Murcia hemos intentado consensuar unos conceptos básicos sobre participación y sobre el propósito y objetivos de los programas que gestionamos. Así, podemos decir que la definición que convinimos y la que manejamos para entender los procesos de participación que nos incumben es “toda acción individual y/o colectiva que interviene en un proceso organizado de toma de decisiones sobre cuestiones de interés general para la comunidad”.
Esta definición es por lo tanto fruto del acuerdo de varias personas y no supone una acepción rígida ni excluyente de otras existentes. Lo importante de esta definición es que posee elementos imprescindibles que acotan y distinguen los que entendemos por participación social de lo que sería la participación en un sentido mucho más genérico.
o Cuando hablamos de proceso organizado, nos referimos a situaciones que tienen un porqué y que además ese porqué es manifiesto. También implica que se buscan o esperan determinados resultados, para lo cual se articulan los medios, se organiza el procedimiento.
o La toma de decisiones es la piedra angular sobre la que descansa la “manera de actuar” en la participación social. Se toma parte en estos procesos asumiendo un rol activo, o lo que es lo mismo, responsable.
o Por último el interés general para la comunidad nos informa de la vertiente social, del ámbito donde se participa. Es el objeto donde se espera incidir y obtener resultados.
Por lo tanto, cuando en el Instituto de la Juventud planteamos actuaciones dirigidas a la participación social entre los jóvenes, lo hacemos bajo esta perspectiva y en ningún caso usamos este concepto como “el consumo o utilización que pueden hacer los jóvenes de servicios y actividades organizadas por otros”.
Otro aspecto que queremos destacar y que se desprende de la concepción que hemos acordado es que esta participación se desarrolla inevitablemente en una cultura y en un sistema democrático, reforzándolo y otorgándole sentido, puesto que los procesos que conlleva son inherentes a la democracia.
¿Por qué ahora hablamos de participación?
Desde hace bastantes años existen síntomas claros de un estancamiento, cuando no un retroceso, en los niveles de participación de los jóvenes en estructuras organizadas, tanto de las clásicas como son las asociaciones como de otras organizaciones del tipo consejos, partidos, sindicatos, etc., es decir, de los llamados en conjunto y habitualmente “cauces de participación”.
Además, existe una constatación, avalada por estudios estadísticos de distintas procedencias, que reflejan el desinterés de la mayoría de los jóvenes por estos “cauces de participación” y, abundando en esta situación, del desapego que sienten hacia la política en general, que podría traducirse por indiferencia hacia la “cosa pública”.
Esta situación arrastrada durante un largo periodo ha causado una especie de “desactivación” de la implicación de los jóvenes en los asuntos de la comunidad, un alejamiento de éstos respecto de las instituciones y organizaciones del ámbito juvenil. ¿Alguien no ha oído alguna vez quejas del tipo “es que no sé cómo implicar a los jóvenes” o “ a los jóvenes no hay quién los mueva” cuando hablamos de estos temas?.
Como consecuencia, desde un tiempo a esta parte también se han empezado a oír voces de preocupación y propuestas de intervención para invertir el proceso de “desactivación” y comenzar a innovar en los métodos de promoción de la participación juvenil.
Algunas conclusiones del Libro Blanco de la Juventud
Podemos considerar un punto de inflexión la publicación del Libro Blanco sobre Juventud Europea de 2001 en el que se abordaba y se cuestionaba muchos de los conceptos e intervenciones que tanto desde la Administración Pública como de entidades juveniles y/o sociales se vienen realizando.
La elaboración de este Libro tuvo una primera fase de consulta juvenil en todos los países de la UE, que dieron algunos resultados inesperados y muy interesantes, como son:
o Los jóvenes europeos se sienten ciudadanos responsables y demandan estar más implicados en la vida de la comunidad y pronunciarse sobre los temas más variados.
o Los jóvenes europeos sí quieren participar pero se muestran muy reacios a hacerlo en los cauces clásicos de participación
o Por último, consideran que la participación juvenil no puede limitarse a una mera consulta, sino que se les debe incluir en la toma de las decisiones que les afecta
Este análisis nos permite concluir que los jóvenes tienen una actitud abierta y receptiva para participar, pero no de cualquier manera, y esto abre un campo estimulante para experimentar e innovar juntos en los procesos participativos
¿Cuál es la situación?
Seguimos utilizando programas y actividades de los años 80 y principios de los 90 basadas fundamentalmente en la prestación de servicios a los jóvenes: ocio y tiempo libre, información, promoción cultural, etc. que se han desarrollado enormemente tanto en la oferta como en la calidad, y sin embargo cabría preguntarse: ¿Son los mismos jóvenes aquellos de los 80 que los de ahora? ¿ Seguimos utilizando los mismos procesos y métodos de intervención que en los ochenta y noventa con unos jóvenes que no se parecen en nada?
Por otra parte, cuando hablamos de estas acciones utilizamos frecuentemente el concepto de “participación juvenil” en las mismas y todo parece indicar que los porcentajes de esta “participación” deben de ser satisfactorios puesto que las actividades se repiten año tras año. Pero lo cierto es que la participación social o si se prefiere en este caso, la participación activa de los jóvenes es cada vez más escasa y se confunde en muchos casos con esa “participación” referida exclusivamente a la utilización o disfrute de servicios y actividades ofrecidas por las distintas entidades y organismos.
No quisiéramos entrar a discutir sobre la validez e idoneidad de este tipo de actividades, puesto que creemos que existe un consenso amplio entre las personas que las desarrollamos de que son buenas y necesarias para los jóvenes, pero sí llamar la atención sobre un hecho manifestado por la mayoría de los técnicos: cada vez es más difícil captar el interés de los jóvenes por estas actividades, a veces, ni siquiera por ningún tipo de actividad que provenga de los organismos públicos.
Otro factor que muchas veces se utiliza entre los técnicos para justificar la falta de aceptación de los jóvenes por las actividades que programamos es achacar el problema a la falta de apoyo o atención por parte de los responsables políticos.
Como todos, pueden tener su parte importante de responsabilidad, en especial en los temas presupuestarios y en la definición de los objetivos de su programa político, pero no olvidemos que los responsables políticos no tienen porqué saber de programación, ni de establecer análisis de la realidad de las actuaciones que se pretenden realizar, ni siquiera de estar al tanto de las últimas novedades en herramientas metodológicas de intervención con jóvenes que otras instituciones están intentando llevar a cabo.
Somos los técnicos quienes tenemos que aportar esos criterios y programar actuaciones acordes con los objetivos que se marcan. Además, cualquier rama profesional ha de analizar su propia identidad y necesidades así como ejercer la necesaria autocrítica y establecer procesos de evaluación que propicien una mejora en las intervenciones que se proponen.
¿Qué proponemos?
Ante esta situación lo que planteamos es que muchas de las actuaciones en materia de juventud que ya se realizan por los organismos de juventud podrían y deberían abordarse con una perspectiva participativa, es decir, incorporando a los jóvenes al proceso de planificación y desarrollo de estos programas.
En definitiva, se trataría mas que de la creación de nuevas actividades, cosa que creemos bastante difícil, de la aplicación de metodología que permitan una participación activa de los jóvenes. Esta participación pensamos que además de ser un principio básico de la animación sociocultural mejoraría los resultados de las actividades, de su aceptación por parte de los jóvenes y de sus contenidos educativos.
Pero para poder llegar a participar activamente es imprescindible aprender a hacerlo y para ello las metodologías que apuntamos deben basarse en aprendizajes prácticos, en la experiencia personal de cada joven ejercitando sus capacidades en varios sentidos:
Adquiriendo experiencia en los procesos de toma de decisiones y en asumir responsabilidades.
Despertando su interés por los temas comunitarios, por las cosas que ocurren en su municipio.
Cobrando conciencia de la dimensión social de algunas actuaciones que tienen lugar en su entorno.
A modo de ejemplo
El Instituto de la Juventud tiene dos experiencias que, al día de hoy, están funcionando en este sentido y con los que pretendemos introducir elementos innovadores en la forma de trabajar con los jóvenes.
Se trata de metodologías que hemos introducido de forma experimental y que quizás no den resultado a corto plazo, pero realmente creemos que es uno de los caminos para tratar de fomentar la participación social entre jóvenes.
La Feria Regional de Participación Juvenil Zona Joven, que basa su funcionamiento en las siguientes premisas:
- Todas las actividades que se realizan son propuestas y ejecutadas por las asociaciones participantes. La organización no realiza actividad alguna. En Zona Joven se muestra la realidad del mundo asociativo no una ficción.
- La Comisión de Seguimiento de la Feria, compuesta por jóvenes, plantea las actuaciones que estima oportunas y éstas son incorporadas automáticamente al conjunto de la Feria.
- El funcionamiento es dinámico y ágil sin perdernos en contactos “excesivamente administrativos”. Esto es percibido así por el 98% de entidades participantes en la última Feria.
El programa nueve.e, que detallaremos en un apartado de estas jornadas, se basa en la participación activa de los jóvenes en distintos IES de la Región. Como mero ejemplo, extraemos del texto del folleto del programa la siguiente frase significativa de la implicación de los alumnos:
“¿Y hasta cuando dura el experimento? Hasta que nosotros digamos, si decimos algo hay experimento, si nos callamos, se acaba el rollo.”
Para concluir, planteamos desde aquí algunos elementos para el debate que esperamos puedan propiciar un rico intercambio de ideas entre nosotros.
Asociacionismo
Hasta ahora, los departamentos de la Administración que trabajan el tema suelen denominarse Asociacionismo o Asociacionismo y Participación Juvenil, pero hay que puntualizar que el movimiento asociativo es un vehículo más de la participación, importante por supuesto, pero no es la única manera de participar. Creemos que las administraciones deben fomentar el asociacionismo sin olvidar la promoción de la participación juvenil mediante actuaciones directas con jóvenes asociados y no asociados
Es fundamental el apoyo al movimiento asociativo pero a lo mejor hay que exigirle también que se adapte a las nuevas necesidades de los jóvenes de hoy, a tender a ser asociaciones movidas por el interés general y por incorporar nuevos jóvenes a su estructura y que ésta se adapte a la realidad. En ocasiones los técnicos no sabemos cuando se trata de una asociación inmersa en un proceso participativo, aunque sean pocos sus miembros y cuando de una fórmula de autoempleo que carece de ese proceso indispensable en una asociación.
Consejos de Juventud
Los Consejos de Juventud no se crean desde los distintos Ayuntamientos, sólo es posible desde la voluntad de las asociaciones de un mismo ámbito. Pero, ¿tiene presencia suficiente el movimiento asociativo en los municipios para crear estructuras de coordinación? ¿No deberemos primero tener unas asociaciones fuertes y variadas para pensar después en estructuras de coordinación?
Participación en Centros Escolares
No es ninguna novedad que ésta pasa por uno de sus peores momentos, pero pensemos: ¿Está dignificada la labor de delegado o subdelegado? ¿Quién transmite a estos la necesaria formación para cumplir sus funciones con garantías? ¿ Qué habilidades sociales tienen estos jóvenes para hacer llegar las propuestas y reivindicaciones de sus compañeros? ¿ Qué papel juega en el conjunto del centro el Consejero Escolar?. A lo mejor, si queremos dejar de quejarnos de que los jóvenes en los centros no participan debemos de empezar por formar a sus representantes , siendo éste un campo inmenso y con unos resultados a medio plazo esperanzadores, ya que también pueden funcionar como personas-recurso.
Tecnologías de la información y el conocimiento
Sin creer que es la nueva solución universal y que todo tiene que pasar por las TIC, es preciso aprovecharlas para utilizar los nuevos canales de comunicación de los jóvenes e incorporarlos al proceso de participación. Los foros, Chat, sms, etc… pueden ser una buena herramienta para saber la opinión de los jóvenes en todos los temas que les atañen y un excelente elemento de análisis para nosotros antes de formular la realización de cualquier programa. Las web propias que tienen las administraciones públicas y las entidades podrían comenzar a recoger estas nuevas iniciativas.
Formación
No sólo hablamos de la formación de los jóvenes agentes que intervienen en el proceso sino de la nuestra. El día a día nos hace perder referencias y no poder dedicarnos a investigar nuevos métodos que ya se están practicando en algunas instituciones. Igualmente será necesario que los contenidos de los cursos de directores, monitores y animadores se adapten también a los nuevos procesos participativos, ya sean estos a nivel grupal o individual.
Funcionamiento de grupo
Quizás una de las estrategias que mejor están funcionando a nivel metodológico es tratar como grupo a los usuarios de un servicio. No es ningún secreto que el funcionamiento como grupo y el sentido de pertenencia a uno de ellos es una de las bases fundamentales del asociacionismo. Hemos de aprovecharlo para aquellos usuarios que van a realizar actividades con nosotros, crear clima de grupo y propiciar que su funcionamiento implique su participación en otros asuntos comunitarios.
Por último, creemos que sería básica la realización de Encuentros periódicos de técnicos de juventud que propiciasen un intercambio de experiencias prácticas.
III Jornadas sobre participación social de los jóvenes para técnicos de juventud.Jueves, 7 de julio de 2005. Murcia.
Antonio García Collado.
Juan F. Berenguer Martínez.
01 marzo 2010
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3 comentarios:
Sí es largo,sí, pero todo lo que tiene de largo lo tiene de interesante ya que refleja lo que es y no es participación y algunos de los problemas que nos encontramos los técnicos a la hora de hacer nuestra labor. ¿Porqué no se hacen más encuentros entre técnicos y personas que trabajan con jóvenes? no entiendo aún porqué no se hacen y cuando se convocan sólo sirven para que nos veamos las caras y nos tomemos unas copas. ¿No se podría hacer algo serio para variar?
Saludos desde el anonimato.
Lo que pasa es que no tenemos mucho tiempo para reflexiones y eso es un inconveniente. Ojalá pudiera dedicar tiempo dentro del trababjo para leer muchos documentos de interés como éste pero me temo que entre llamadas, gestiones, reuniones, visitas, atención al público (no siempre joven) etc...se me va todo el tiempo y creo que sería necesario hacer algo para que los técnicos tuviéramos tiempo de leer estas cosas y otras que, cuando las lees, efectivamente te das cuenta lo necesarias que son.
Besos a todos.
Esta bien que algunas reflexiones deberían formar parte de la iniciativa social (asociaciones, grupos, plataformas) o política, que gobiernan para gestionar nuestra vida pública en cuatro años pero también para poner las piedras suficientes para que el bienestar de la sociedad trascienda a esos cuatro años. Si no lo hace nadie, nosotros seguiremos con nuestro trabajo (organizar talleres, campamentos, cursos, llevar la información juvenil, aprovechar los recursos y programas que vienen de la comunidad, mes, semana o día joven, algún concierto, algún concurso, etc..pero vemos que son cosas inconexas y que a medio plazo tendrán una incidencia mímina en los jóvenes. Por lo tanto, creo que sí deberíamos de mojarnos y hacer algo, al menos intentar proponer nuevos modelos de funcionamiento y programas que puedan repercutir en el desarrollo de la comunidad a la que pertenecemos. Si no hacemos esto ¿qué estamos haciendo aquí?
Saludos.
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